Miami está volviendo a su ritmo normal después de una semana de intenso movimiento debido a la aclamada feria Art Basel que se toma la ciudad con exposiciones de diferentes galerías de todo el mundo.
Fue durante ese evento -cómo no, uno dirá después de conocer al personaje- que el billonario de origen israelí Moishe Mana, uno de los impulsores del Meatpacking District en Nueva York, artífice del boom de Wynwood en Miami y dueño de la cadena de belleza Milk (entre un largo portafolio de negocios), celebró su cumpleaños 66 en una fiesta con performances, artistas grafiteros y DJ que convocó a cerca de 3 mil personas en la antigua planta de RC Cola en Miami.
Moishe Mana vive en Boca Ratón, Florida, desde mediados de los años ‘90. Y en pleno barrio de Downtown Miami, entre obras de construcción y locales que parecen abandonados, están sus o cinas: Mana Common, la plataforma desde la cual invierte en propiedades, agro, tecnología, cultura, comercio e impacto para la “revitalización urbana y construcción de comunidad”, según admite en su página web.
En los pisos 6 y 7 del edificio se cocina su proyecto más ambicioso: cambiar la cara al centro de la ciudad, que hace años está en decadencia. Para eso, desde 2013 Mana ha venido comprando propiedades.
Hoy es dueño de 75 edificios -una inversión que se estima en US$ 500 millones- y tiene un masterplan, que ha demorado en afinar pero que ya comienza a implementarse, que implica la peatonalización de la calle Flagler, la remodelación de algunos edificios y la construcción de otros tantos para crear un vecindario donde la gente “viva, trabaje y juegue”, dirá más adelante; donde se instalen grandes compañías y hoteles, donde haya restoranes, edificios residenciales, sedes universitarias, centros de innovación, etc.
En la entrada del recinto de look industrial, un cuadro con la portada del Miami Herald con una enorme foto del empresario da la bienvenida. A las 15:15 el propio Moishe Mana entra en escena. Mide cerca de 1.60 mts, habla inglés con acento árabe, viste polera escote en V, pantalón de cotelé y mocasines. Todo negro.
Luego de saludar, se pone un pequeño micrófono en la ropa, conectado a una cámara que lo seguirá durante toda la entrevista. Lo espera también un venture capital argentino y Charly Esnal, su socio en Mana Tech, el brazo tecnológico a través del cual el empresario invierte y asesora a startups de Latinoamérica (ver recuadro).
“Yo sé lo que es crear un barrio cool. Y lo declaro: este va a ser el motor económico de Miami”, asegura Mana apenas comienza la conversación.
De Tel Aviv a Nueva York
Moishe Mana es una celebridad que se reúne con presidentes de distintos países -hace poco lo hizo con Luis Lacalle, de Uruguay: “hay un ecosistema que sé que podemos trabajar juntos”, dice-, y es dueño de un imperio económico.
Pero no siempre fue así, es un self-made man que nació y creció a las afueras de Tel Aviv, Israel, en el seno de una familia judía de origen iraquí. De niño acompañaba a su padre a vender frutas y verduras y según ha comentado, su piel oscura y su herencia sefardí lo convirtieron en foco de discriminación en ese país. Entonces a los 23 años, se subió por primera vez a un avión rumbo a Nueva York. Y ahí se quedó, cumpliendo el sueño americano.
Dicen que durmió en el Central Park y en edificios abandonados. Lo cierto es que partió lavando platos, que luego se dedicó a acarrear cosas en su camioneta y que terminó convirtiendo eso en la mayor empresa de mudanzas de la Gran Manzana. De ahí pasó al bodegaje de muebles y documentos, vinos finos, arte.
En el camino llegó a la zona abandonada de Meatpacking District -entonces un barrio sucio y conocido por la prostitución, asegura- y empezó a comprar galpones para hacer almacenaje. Uno de ellos luego lo convirtió en Milk Studios, que creó como lugar para hacer eventos y fotos, luego moda. Y de ahí nació la marca de cosméticos Milk. “Fue una especie de experimento que terminó cambiando toda el área de Chelsea”, señala. Y añade: “Entendí que podía ir a cualquier ciudad y cambiarla”.
Cruzó el túnel a Jersey City e hizo algo similar: compró 70 mil m2 de bodegas abandonadas y creó Mana Contemporary, “la mayor comunidad de arte de la ciudad”, comenta.
Mana solía ir a Miami de fiesta. En 1995 se mudó ahí y comenzó a explorar dónde instalar bodegas. Así llegó a Wynwood, un área “peligrosa”, que tenía un par de galerías.
“El área peligrosa fue la que me dio la oportunidad”, reflexiona hoy. En 2010 compró un primer edi cio industrial abandonado en US 5 millones que convirtió en Mana Wynwood, un centro de convenciones para exposiciones y eventos, luego hizo Wynwood Marketplace, un bazar de comida y venta al aire libre. Y así hasta juntar 180 mil m2 con el fin de construir el centro cultural de la ciudad.
“Miami, con todo respeto, es una comunidad muy diversa, pero no tiene la cultura de las grandes ciudades. Cuando vienes de NY, Milán o Londres… no tiene estas vibras, ¿entiendes?”.
Cuando empezó a hacer shows de arte, moda y música la gente le decía, “¿qué haces?”, cuenta. Tomó cinco años cambiar la cara del barrio. “La experiencia en Meatpacking me mostró lo que debía hacer, que no es gentri cación regular. La gente quiere vivir en comunidades, pero es muy difícil construir barrios, porque cada vez que un vecindario se hace cool llegan los hedge funds, construyen grandes edificios y todo el mundo se va. Fue mi pelea en Wynwood y lo sigue siendo”.
Con esa misión cumplida, había que ir por el centro de la ciudad.
La joya
Subimos al piso 7 y medio del edificio. Ahí están Joe Clark y Delia Rivera, la dupla de arquitectos que tiene el trabajo de dar forma a los sueños de Mana. Originalmente el diseño lo trabajaba con urbanistas externos, pero ninguno logró plasmar lo que el israelita tenía en mente.
“Esto no es solo hacer un edificio y construirlo. Tengo que diseñarlo con las especificaciones para los inquilinos. La gente construye y después busca arrendatarios, yo en cambio tenía que filosofar quién será éste, en qué edificio estará. Cada edificio tiene su concepto”, explica. Este año botó prácticamente todo al basurero y optó por contratar a estos dos arquitectos in-house.
Mana propuso a la autoridad local peatonalizar la calle Flagler. “Puse toda la visión de la calle y US$ 120 mil para poder mostrarle al alcalde cómo sería. Con eso levanté US$ 7 millones del County Mayor, de ahí fui donde el alcalde Francis Suarez, y así”, explica y añade que en total el gobierno regional invirtió US$ 35 millones.
“Flagler Street fue el motor económico de Miami en el pasado. Empecé a comprar con la idea de crear el Silicon Valley de Latinoamérica. Compré todo lo que estuviera disponible. ‘Mándenme los contratos, lo compro’. Con esto yo sé que puedo crear un barrio cool”, dice el mayor terrateniente de Downtown, mientras toma té en un pequeño vaso de vidrio de color.
Al igual que en NY y en Wynwood, la idea es mantener el estilo del lugar. “No quiero que esto se convierta en Brickell (el barrio financiero de Miami), quiero conservar el ADN del vecindario, mantener algunos de los edificios tal cual están, que se note que esto es el centro”.
Joe Clark abre Google Earth para mostrar la visión actual del lugar, y luego enseña en la pantalla los render donde se ve cómo quedaría.
Le pregunto a Mana por una línea de tiempo, por los hitos, por fechas. No hay nada. Los arquitectos tocan la maqueta 3D y dicen que en los próximos tres a cinco años estará listo el nuevo centro. El billonario pareciera no tener prisa.
“Todo mi propósito acá es convertir a Miami en una ciudad global conectando a las Américas del Norte y Sur al resto del mundo. Y creo que vamos en esta dirección”, señala.
Mana tech
A través de Mana Tech el empresario apoya a empresas latinoamericanas en su entrada al mercado de USA y en el levantamiento de capital, enfocado en empresas de impacto social y ambiental. Este año se asoció a Base Miami, liderado por Charly Esnal, una aceleradora que ha trabajado con más de 80 compañías latinoamericanas. Base Miami apoya a los emprendedores y trabaja con áreas de innovación de los gobiernos de Brasil, Colombia y Chile, con programas enfocados en conectar a los emprendedores con expertos, inversores, partners, así como educarlos en cómo internacionalizarse de manera más eficiente.
Inversión horizontal
La clásica inversión en real estate, explica Mana, es vertical: la gente invierte directamente en una propiedad. “Es muy difícil para ellos entender que deben invertir con el arrendatario, en el arrendatario, en el barrio. Cada uno mira su propio edificio, eso es. Lo que yo vengo a decirles es que podemos construir estos barrios en distintos lugares del mundo y que podemos conectarlos. Esto es invertir en horizontal”, explica.
Lo que tiene en mente es una “nueva clase de activo”, como él llama, donde las personas en vez de financiar un edificio específico lo hacen en todo el proyecto.
-¿Cuánta plata necesita levantar?
-No necesito levantar, puedo hacerlo con mi dinero. Pero podemos hacerlo en una mayor escala.
-¿Ha conversado con potenciales inversionistas chilenos?
-No aún. Creo que ahora que estamos más listos podré hacerlo, será el mejor vehículo para compañías latinoamericanas, o para familias ricas, en vez de comprar un ‘condo’ estúpido en Miami de US$ 10 o US$ 15 millones. Esto creo que es más significativo para ellos.